“Juventud, divino tesoro
¡Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
Y a veces lloro sin querer.”
(Rubén Darío, Canción de otoño en
primavera, 204)
¡Esta parte del poema de Rubén Darío es magnífico! Se le puede considerar artista, por la manera en que une las palabras para sonar como música hermosa. Podemos observar que la rima es impecable en la forma de ABAB, o sea es serventesio, y suena muy bien porque en los versos de A la sílaba queda en la penúltima sílaba mientras en los versos de B queda en la última. O sea que un verso es llano y el próximo agudo añadiendo otro nivel a la rima. El patrón del poema es que cada verso tiene ocho sílabas, a este se le denomina octosílabo.
Lo que más me llamó la atención, es como el autor construye el poema de una manera melódica. Las palabras son muy elegantes y fluyen como agua en un río, esto me recordó al refrán: “el tiempo pasa como agua.” Como las palabras de este poema el tiempo sigue pasando, sigue volando, hasta que la juventud parece como nada más de un tesoro del pasado. Él está tan enfocado en ella que no se da cuenta que continua alejándose con cada verso de la juventud.

Como Voldemort en Harry Potter, el cual es una persona que ha perdido la juventud, siendo que está tan obsesionado con el pasado que no vive en el presente. El tiempo sigue pasando como la melodía de este poema sigue pero aunque llame que vuelva la juventud, como una chica de sus sueños, no volverá.
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